Graus parece que viene de "Gradus", algo así como "paso estrecho" y de esta forma parece atestiguarlo su situación geográfica, protegido por la Peña del Morral y en la encrucijada de los ríos Esera e Isábena.
Y es aquí, en esa encrucijada de ríos y en el llamado Monte de las Forcas donde se han encontrado restos de asentamientos prehistóricos.
Cuenta la documentación existente que Graus ya fue capital de los ilergetes de la Ripacurtia, que lucharon contra las tropas romanas en la Antigüedad.
El rey Sancho Ramírez de Aragón reconquistó la villa a los musulmanes en el año 1083 y a partir de entonces Graus, siempre ha sido una frecuentada y próspera ciudad mercantil a caballo entre el llano y las montañas.
De su esplendor medieval dan fe los restos del antiguo castillo islámico y su monumental Basílica con su barrio más antiguo, el de abajo o "Barrichós" que aún recoge las esencias de los mundos cristiano, mulsumán y judío.
Luego llegaría el Barrio de las Pueblas, donde está tomada mi fotografía, y el entorno de la bellísima Plaza Mayor con su conjunto de casas nobles y palaciegas de los siglos XVI-XVII y XVIII, afianzándose como centro mercantil e industrial de la redolada y Comarca de La Ribagorza.
En el siglo XIX la presencia del mítico y erudito Joaquín Costa -que viviría una gran parte de su vida en Graus-, supuso un gran impulso y desarrollo para la villa, donde aún permanece intacto su despacho de trabajo.
Una muestra de la gran vida cultural de Graus es la "Casa Orfeón", fundada en 1914 y situada en la transitada y afamada calle Fermín Mur.
Durante las primeras décadas del s.XX, Graus destacó también por ser un importante foco político y de pensamiento republicano y anarquista.
El Conjunto de la Villa de Graus y el Santuario de Nuestra Señora de la Peña fue declarado Conjunto de Interés Cultural en 1975 y hoy en día es todo un deleite para todos los sentidos su recorrido atento y pausado.
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