Dicen que Almohaja viene de "Camino Real" y que fue un lugar de mucho tránsito durante aquellos lejanos siglos de ocupación árabe.
Hoy en día, a Almohaja casi hay que "ir de propio" aunque por aquí pasa una de las carreteras que lleva al afamado Castillo de Peracense.
Almohaja es el paradigma de esos pequeños pueblos nuestros, discretos pero bellísimos... en los que el silencio habla a gritos.
Pueblos azotados por ese mal llamado por muchos "despoblación" y que amenaza, casi de modo inexorable, con llevarlos a la ruina y a la nada.
Pero nada más llegar a Almohaja se percibe esa rasmia y esa fuerza de los suyos, de los que lo aman, por no permitir que eso ocurra.
Nos da la bienvenida un cuidado Pairón con la imagen de San Antonio de Padua y enseguida estamos bajo su robusta iglesia de de piedra roya, el característico rodeno de esta Sierra Menera.
No lejos de ella, su hermosa Casa Consistorial con su trinquete con dos arcos de sillería también en piedra de arenisca de la redolada.
Se ven algunos "huecos" ya vacíos que han dejado antiguas construcciones ya vencidas por el tiempo...pero también muchas edificaciones tradicionales que las gentes de Almohaja se afanan en restaurar, conservar y mimar.
Es un esfuerzo encomiable y muy digno.
En la parte baja del pueblo, se conservan la fuente-abrevadero y el lavadero en un entorno agradable y de donde parte el ancestral camino murado que lleva a la Ermita de la Virgen de la Rosa y la ya abandonada estación del antiguo y ya desaparecido y mítico tren minero Ojos Negros-Sagunto.
Más allá, se abre el hermoso y agreste Barranco Cardoso que nos enlaza con la conocida "Escultura del Peruano" y los restos del casi desconocido Castillo de los Arés en un paraje que no parece de este mundo.
Arriba y dominando el pueblo, el cerro donde poco a poco se desmorona una de las dos torres reconvertidas en palomar y que pudieron ser defensivas junto a un entrañable peirón en días sin gloria.
Y más arriba todavía, el Monte de San Ginés, hoy acomodo de múltiples antenas y donde todavía resisten los restos de la Torre medieval de Almohaja que enlazaba -y enlaza visualmente- las posiciones fortificadas de Peracense, Ródenas, Pozondón...
De tiempos que se pierden en la memoria se encuentran los abrigos con figuras esquemáticas de la Peña de la Albarda y de los Tioticos datados a finales de la Edad de Bronce y junto a ellos una inscripción rupestre en árabe.
También son dignos de mencionar los asentamientos humanos de La Acacia Gorda del Molino, situable hacia el siglo VII a.C y el complejo minero de época andalusí de la Virgen Vieja.
Parece mentira el gran patrimonio histórico, arquitectónico y cultural el que atesora este pequeño pero grandioso pueblo de Almohaja... del que algunos no habrán oído ni hablar.

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