Con las viejas y mágicas piedras del Castillo de Báguena, Aragón, donde murió abrasado el legendario alcalde Miguel de Bernabé, el "Caballero del Águila Blanca", antes de rendirse a los castellanos en la Guerra de los Dos Pedros del s.XIV.
Cuenta la historia, cuenta la leyenda... que allá por aquellos ya lejanos años del s.XIV, Pedro I de Castilla, llamado "el Cruel", había tomado Calatayud y amenazaba, en su avance, toda la ribera del Jiloca.
Las tropas aragonesas de Pedro IV de Aragón, "el del Punyalet", se veían impotentes y las poblaciones del valle se aprestaban a su defensa, entre ellas, Daroca.
Al castillo de Daroca acudieron en su socorro muchos caballeros aragoneses, entre los que destacaba uno, desconocido para la mayoría, que ocultaba su rostro con una visera y que portaba en su casco un águila blanca.
En uno de los innumerables ataques de los castellanos, cayó a los pies del rey Pedro I un cartel retador firmado por el "Almogávar" que no ero otro que el mismo Caballero del Águila Blanca, que retaba a duelo al Caballero castellano de la Pluma Verde por llevar el lema de "Por encima de Aragón".
El Caballero del Águila Blanca resultó vencedor y espoleó el ánimo de los defensores que consiguieron salvar el Castillo y la plaza.
Enfurecido ante la necesidad de levantar el cerco, el rey castellano decidió ir a Báguena, a donde también se había dirigido el Caballero del Águila Blanca.
Pero aquí, ante los muros de la fortaleza de Báguena, los esfuerzos de las tropas castellanas también resultaban denodados -aún exigiendo la rendición incondicional-, destacando en su defensa el propio alcalde del pueblo, Miguel de Bernabé, que a la postre, no era otro que el afamado Caballero del Águila Blanca.
A la petición de rendición, Miguel de Bernabé, extendió su brazo, asiendo en su mano las llaves del castillo y exclamó gritando "Antes prefiero morir que ser traidor".
Momento que recreó en 1883, en una de sus obras, el pintor y escritor aragonés de Blesa (Teruel), Salvador Gisbert Jimeno.
Miguel de Bernabé resistió el sitio impuesto por los castellanos hasta que el fuego arrasó completamente el castillo, muriendo dentro de él, al igual que sus incondicionales y valientes defensores y dando así, honor imperecedero a su pueblo natal, Báguena.
Cuando los soldados castellanos entraron en la fortaleza encontraron todo absolutamente calcinado, menos el brazo y la mano de Miguel de Bernabé, que todavía tenía cogidas, fuertemente, las llaves del castillo.
Hoy en día, paseando, en silencio, entre las torres y muros que todavía quedan de aquella eterna fortaleza, todavía es posible oir las voces del legendario Miguel de Bernabé dando fuerza y moral a los suyos y los gritos enfurecidos y enrabietados de Pedro el Cruel.
Piedras mágicas y personajes de leyenda en el pequeño pero muy hermoso Báguena, en la Comarca del Jiloca, Teruel Existe, Resiste y Enamora !!
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