En la Ermita de San Sebastián de Torrellas, Aragón, con su mágica estela discoidea y donde cuando había sequía se lanzaban piedras al cielo...
Cuenta la tradición que cuando la sagrada agua de la lluvia se resistía a caer, la seguía amenazaba las cosechas y la consecuente hambruna se cernía sobre el lugar, las gentes de Torrellas subían hasta la Ermita de San Sebastián, donde las mujeres lanzaban piedras al aire "para romper las nubes" y hacer que lloviera mientras clamaban al cielo...
"Agua padre mío,
agua dulce amor,
si agua no tenemos,
todos moriremos".
Cuentan los papeles y la documentación que fue un 6 de enero de 1648 cuando en Torrellas se funda la Cofradía de San Sebastián y que una de sus primeras decisiones fue la construcción de esta ermita.
En las obras estuvo presente un tal Pedro Domínguez que en la época era uno de los más famosos alarifes de Tarazona.
El 19 de enero de 1657 es bendecida la Ermita de San Sebastían por el canónigo de Tarazona, Juan Ortín, quién fue obsequiado con un resfresco y unas truchas.
Consta en los escritos que fue un 7 de abril de 1817 cuando se procedió a la restauración de la ermita, que sufrió desperfectos durante la Guerra de la Independencia.
En el año 1846 solo se enterraban a los ricos en el cementerio de San Sebastián y tenían que pagar 32 reales de vellón: 24 para la ermita, 6 para el cura y 2 para el sacristán.
Con el paso de los años el mantenimiento de la ermita se fue descuidando llegando prácticamente a la ruina y permaneciendo únicamente las paredes y los arcos interiores.
En el año 2.001 fue el propio Ayuntamiento de Torrellas quien llevó a cabo la consolidación de los restos de la Ermita de San Sebastián.
Curiosamente no hay mucha documentación, al margen de estas notas, sobre esta Ermita.
Incluso, no figura ni en el SIPCA, que es el Sistema de Información del Patrimonio Cultural Aragonés.
Aparte de la preciosa portada de ladrillo de tradición morisca, en su interior, sin techumbre, hay una hornacina, hoy vacía, sin Santo, se ven los arcos perfectamente consolidados, también una sencilla pero labrada pila benditera y empotrada en uno de los muros esta deteriorada pero aún fascinante Estela Discoidea.
Una estela discoidea es un monumento funerario de piedra, con representaciones labradas, que se clavaba en el suelo, ante la tumba, antes de que se generalizara la costumbre de emplear la cruz como símbolo cristiano.
Se dice "Estela" porque es la señal mediante la cual se pretende hacer perdurar el recuerdo del difunto y "Discoidea" porque tiene forma circular, o sea, en forma de disco.
Aunque a veces no sea exactamente de esta forma y que también se ha utilizado para recordar un hecho luctuoso y marcar cruces de caminos, pero bueno, es la estela discoidea la que más se generalizó en los cementerios, desde épocas bien remotas hasta su sustitución por los monumentos funerarios que conocemos actualmente.
Curiosamente esta Estela discoidea de la Ermita de San Sebastian representa un cruz patada, de las utilizadas por los templarios.
En la Ermita de San Sebastián no hay ningún tipo de panel informativo, aparte del nombre y constructor en una placa de metacrilato a la entrada y de una bella cerámica que recuerda la tradición de las mujeres dentro, que nos informe del devenir del templo y de la estela.
Nos cuenta la gente de Torrellas que la Estela Discoidea apareció enterrada y entre los derrubios de la ermita durante las obras de su consolidación y rehabilitación y que se se decidió empotrarla en el lugar en que hoy la vemos.
La Estela Discoidea es claramente anterior a la construcción de la Ermita por lo que en este lugar ya existía un asentamiento anterior o fue trasladada aquí desde otro lugar.
Dentro hay un ciprés y algunos jardincillos y desde al altozano donde se encuentra el templo, las vistas sobre el Moncayo y la redolada son sencillamente maravillosas.
La Ermita de San Sebastián de Torrellas es un buen lugar para reposarse del recorrido patrimonial y de Arte Mural y Urbano de sus calles y también hacer un alto en el camino de la mente y del espíritu.
Torrellas... hechizo del Moncayo... Zaragoza.
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