lunes, 19 de diciembre de 2022

El Cristo de Ruesta, hoy en el Museo Diocesano de Jaca.


 

El Cristo de Ruesta...
el enigmático Pantocrátor del siglo XII "escondido" durante siglos y siglos, y hoy, cara icónica del Museo Diocesano de Jaca, Pirineo Aragonés. 
 
La gran mayoría de los templos románicos, grandes y pequeños, decoraban su interior con pinturas murales.
Desgraciadamente, no nos han llegado muchas, pero el Museo Diocesano de Jaca tiene la fortuna de contar en el interior de la Catedral de San Pedro con una de las más grandiosas colecciones de pinturas románicas del mundo. 
 
En el siglo pasado, tras la incivil guerra española y sobre todo, allá por los años 60 del pasado siglo XX coincidiendo con la fiebre pantanil y forestal de la interminable dictadura franquista que sembraba casi todo el Alto Aragón de pueblos expropiados forzosamente (para construir pantanos y plantar pinos) y con el tiempo, definitivamente muertos, hubo supuestos autodenominados "salvadores" (otros, a algunos, los llaman expoliadores) del arte que se encargaban de arrancar pinturas de las iglesias y ermitas románicas.
Pero no solamente de pueblos en lo que ya no vivía nadie, porque el mismo Régimen echó a sus gentes de sus casas y de sus tierras, sino también de pueblos que, aún a día de hoy, están vivos y muy vivos.
 
A la vista de aquel desamparo en que el mismo Estado dejaba pueblos y patrimonio, incluso vinieron de fuera de nuestras fronteras auténticos expoliadores y saqueadores de todo lo que pudieran arramblar. 
 
Con todo, y visto lo visto, es una auténtica suerte que mucho patrimonio aragonés se haya podido librar de las garras de la gentuza y que se encuentren a muy buen recaudo en su casa, en Aragón y en el Museo Diocesano de Jaca.
Ya sabemos que son obras que están descontextualizadas porque no se encuentran en su lugar original, que sería lo deseable, pero están a salvo y siempre que las queramos disfrutar, sabemos donde están. 
 
Una de aquellas pinturas que fueron arrancadas de su lugar original, son las de la Ermita románica de San Juan de Ruesta, pueblo zaragozano, también víctima de la barbarie pantanil, ya que sus gentes fueron obligadas a abandonar casas, tierras y raíces por la contrucción del Pantano de Yesa hacia 1.959.
 
Las pinturas se arrancaron en el verano de 1.963 para ser traspasadas a lienzo.
Pues bien, aquí entra en acción el Cristo de Ruesta.
Cuando estaban en plena acción de arranque de los frescos que decoraban el interior del ábside de la Ermita de San Juan se dieron cuenta de que debajo del Pantocrátor que siempre se había visto había otro... justo debajo de él.
 
Sí, y no era otro que el Cristo de Ruesta, el original, el censurado, el escondido, el del arrepentimiento... 
 
El Cristo de Ruesta había estado oculto debajo de la cara del Pantocrátor "oficial" durante siglos y siglos.
Pantocrátor es una representación de Dios Todopoderoso típica del arte románico.
Y el Cristo de Ruesta era un Pantocrátor potente, de mirada que atraviesa todo... y fue sustituido por una nueva cara más agraciada y humanizada. 
 
¿Por qué taparon y sustituyeron al original Cristo de Ruesta?
Hay varias hipótesis, claras...
Una, que los que lo hicieron se arrepintieron y lo sustituyeron.
Otra, que a los que pagaban no les gustó y lo hicieron sustituir.
Y la última hipótesis, muy aventurada, pero que algunos estudiosos aportan -a falta de análisis de pigmentos- es que debajo de las pinturas románicas conocidas de Ruesta debió de haber otras y que con los años (no muchos), se sustituyeron por otras más acordes con la moda de la época y que son las que nos han llegado. 
 
La magia del Cristo de Ruesta que todo lo ve... en el Museo Diocesano de Jaca.
 
Aquí, debajo de las pìnturas y de la cara del Pantocrátor "oficial" se encontraba escondido durante siglos y siglos el Cristo de Ruesta...

 
El Pantocrátor que pintaron encima del Cristo de Ruesta.


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