Con las viejas y mágicas piedras... de la Ermita románica de Santa Ana de Villar de Sarsa, hoy en Jaca, Pirineo Aragonés.
La hoy conocida simplemente como "Ermita de Sarsa" es, en realidad, lo que fue la antigua iglesia parroquial de una pequeña población medieval desaparecida que estaba situada en las faldas de la Peña Oroel y que fue trasladada, piedra a piedra, hasta la misma ciudad de Jaca a principios de los años 70.
Actualmente, de aquel despoblado medieval de Villar de Sarsa, situado en la redolada de Bernués, nombrado en documentos antiguos como "Sarasa" y que debió de quedar despoblado ya a principios del s.XIX, apenas quedan vestigios.
Villar de Sarsa y su Ermita de Santa Ana ya debían de existir hacia el año 1.063 porque se conserva una escritura de San Juan de la Peña, mediante la cual, el rey de Aragón Ramiro I y su hijo Sancho, hacen donación del templo (junto con otros de los alrededores) al obispo de Jaca.
La Ermita de Sarsa, ya sin techumbre, fue desmontada de su lugar original, trasladada y vuelta a montar (con algunos cambios) en el Paseo de Invierno de la Avenida Oroel de Jaca, mirando hacia donde estuvo su casa, debajo de la Penya Uruel.
Se accede al interior de la Ermita por una portada formada por tres arquivoltas de medio punto, una de ellas, decorada con las características y sencillas bolas jaquesas.
El tímpano con un crismón esculpido que había en la portada se conserva empotrado en una pared del interior de la Casa Consistorial de Jaca.
Una vez dentro de la diminuta Ermita de Sarsa, rodeados de edificaciones, sobrecoge la inmensa austeridad y sobriedad de las piedras que nos rodean.
Esas piedras, por sí solas, consiguen evadirnos del centro de Jaca en que nos encontramos y parece, por un momento, que aún estamos en medio de la nada... en el desaparecido Villar de Sarsa.
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