En la cultura pirenaica siempre se ha creído que los malos espíritus entraban en las casas a través de chamineras, puertas y ventanas.
En las chamineras se colocaban los conocidos "espantabrujas" y en los vanos es frecuente aún encontrar grabados en las piedras con diferentes signos de carácter defensivo y protector.
Hay trazos de tipo religioso pero también representaciones humanas, vegetales y de animales.
Señas y señales que buscan la protección de la "Casa", de sus moradores y animales pero también de las cosechas, fuente de vida y garantía de continuidad en un mundo siempre pleno de incertidumbres.
Tronadas, pedregadas ...que en un santiamén arruinaban los frutos del duro trabajo de todo un año.
Accidentes y enfermedades que mermaban personas y animales.... animales sobre los que, antaño, se sustentaba buena parte del futuro familiar.
La muerte de un abrío de la casa era un gran drama ya que no sobraban los dineros ni las disponibilidades para su fácil sustitución.
Cualquier enfermedad -por mínima que fuera- de cualquier miembro de la casa era apostar a la muerte ya que los médicos estaban en casa dios y los caminos a andar eran de horas y sufrimiento.
Tampoco se estaba a salvo del bandolerismo y de los robos.
Así era la "Rosa de los Vientos" de la vida y el significado esperanzado en que esos signos protectores pondrían a salvo de calamidades a las gentes del lugar.
Espuéndolas... magia en la Jacetania... Alto Aragón.
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