En la fotografía aparecen Rosario y Lourdes posando junto a su hermano, Mariano Malón Pueyo, sentando en una característica y entrañable silla de la época.
Rosario y Lourdes se ganaban la vida de costureras y vivían con alegría su vida de juventud ...ayudando, incluso, a la maestra en sus clases cuando esta por algún motivo tenía que ausentarse.
Las gentes de Uncastillo llevaban fama de muy buenos trabajadores en las diversas faenas agrícolas y también con ganas de pasarlo bien en las fiestas de su pueblo y en los de la redolada.
Pero en Julio de 1936 llegaría el Golpe de Estado y con él, en Uncastillo, como en tantos y tantos lugares... la barbarie, la sinrazón y la guerra.
Afloraron, con gran inmediatez, lo peor de muchos, los rencores, las rencillas y los ajustes de cuentas.
La vida en Uncastillo se tiñó, con gran rapidez, de sangre y muerte.
De los primeros en caer vilmente asesinados fueron los maestros y maestras de la localidad.
Ante el cariz que tomaban los acontecimientos, muchas gentes de Uncastillo tomaron la decisión de abandonar sus casas, sus tierras y su pueblo...buscando refugio en los montes cercanos.
Este fue el caso de Rosario, Lourdes, Mariano y parte de su familia y vecinos.
En la huida llegaron a la misma cumbre del Pico Santo Domingo...y más concretamente, justo a una cueva que se encuentra debajo de una de los dos puntas cimeras.
Se cuenta que eran los mismos pastores quienes arriesgando su propia vida salían temprano de sus casas de Uncastillo con el morral bien cargado de pan y víveres para ellos.
Volvían ya muy tarde al pueblo...y en ayunas.
Pero llegó el 20 de agosto de 1936 y merced a algún chivatazo, también llegaron a la cumbre de Santo Domingo una batida de falangistas reclutados en los pueblos de los alrededores.
Rosario, de 23 años, apenas pudo dar unos pasos desde la cueva...le volaron la cabeza allí mismo.
Su hermana, Lourdes de 18, aún herida, si pudo correr y huir ...hasta que alcanzada, fue rematada en el suelo.
Padre e hijo consiguieron escapar, pero Francisco, el padre, moriría pocos días después de agotamiento, pena y dolor por la muerte de sus dos hijas... y de su propia mujer, asesinada en Uncastillo, unos días antes.
En esa cueva del Pico de la Sierra de Santo Domingo también perdió la vida un joven que pudiera ser Máximo Estabén Beguería, de 21 años.
Días más tarde, algunos de los que aún no lo sabían... se enterarían que Rosario y Lourdes, en uno de sus trabajos como costureras, habían bordado la bandera republicana.
Su historia fue oficialmente despachada como "consecuencia de la guerra" y silenciada durante décadas y décadas...aunque la realidad es que estos tristes acontecimientos pasaron en la tradición oral de bisabuelos y abuelos a sus nietos, y de padres a hijos...
Todo el mundo de esa redolada, sabía que allí entre esa cueva y las dos puntas cimeras que separa la Ermita de Santo Domingo, mataron a unas chicas de Uncastillo...en uno de los asesinatos más viles y simbólicos de todas las Cinco Villas.
Hace escasamente un año que se pudo recuperar, hasta ahora, el cuerpo de una de ellas.
Sirvan estas humildes líneas como recuerdo y homenaje a su memoria.
La historia es la que es...y no se puede, silenciar, cambiar ni olvidar.
Todo el mundo tiene derecho a reclamar humanidad, piedad y justicia.
Ya en el 2019, no se pueden seguir teniendo cuerpos de personas escondidos ...si sus descendientes, quieren en justicia, dignificar su historia y su memoria.
Una triste y macabra historia -como la de tantos y tantos ...- pero necesaria, porque siempre hay que recordar que los pueblos tienen un lado oscuro y tenebroso...que nunca hay que olvidar para que no se vuelva a repetir.
Nunca Más !!
Fotografía - Asociación Charata para la Recuperación de la Memoria Histórica de Uncastillo.
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