martes, 20 de mayo de 2025

Narcisos silvestres en la subida al Moncayo.

 


 

 

Debido a su belleza han atraído a las personas desde épocas muy antiguas, son muchos los nombres vulgares que reciben dependiendo de cada zona por lo que no los hemos nombrado por su nombre común, como  campanotes, gatamerendas, copas de la virgen, campanitas, y un largo etcétera.
Los narcisos silvestres apenas tienen usos tradicionales en España, salvo por su función ornamental. Se han recogido siempre en campo y se llevan a casa para adornar jarrones o hacer ofrendas en Iglesias. 


Los pastores saben que no los come el ganado, por su toxicidad. Ésta, también para los humanos, varía dependiendo del estado vegetativo de la planta, desde el bulbo hasta la flor. Se han estudiado alcaloides muy tóxicos con efectos paralizantes, purgantes y vomitivos. Se conoce una vieja costumbre romana de recurrir a ellos para suicidarse.


La palabra "Narciso" procede del nombre genérico que eligió Linneo para definir esta familia de plantas que tomó de la mitología griega: Narciso, un joven de gran belleza "hechizado" por su propia imagen a la que admiraba reflejada en el agua. Aún hoy se conserva el término «narcisismo» para definir la excesiva consideración de uno mismo.
 
 
 
 
 

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