¿Y quién no tiene un deseo en el Día de los Inocentes?
A la salida del pequeño pero entrañable pueblo de Fraella, muy cerca del Crucero y en el viejo camino a Sesa, nos topamos con una gran mole de arenisca caprichosamente modelada por los mejores y más geniales arquitectos, la propia naturaleza y la erosión y el inmortal tiempo.
Más o menos, a media altura de la Peña de los Deseos, también conocida como Peña Alta, se ve una especie de repisa en la que descansan innumerables y pequeñas piedras.
Estas piedras son las que cuenta la tradición que son las que han sido lanzadas por las gentes de Fraella desde el mismo camino, implorando el cumplimiento de algún deseo.
Para que se cumpla el deseo, que tiene que ser secreto, hay que lanzar una única piedra y que tengamos la fortuna de que se quede en el hueco y no vaya al suelo.
Antiguamente los labradores cuando habían terminado con las duras faenas de la siega y trilla y transitaban por aquí con sus carros y caballerías camino del Molino de Bujamán, tenían por costumbre lanzar una piedra y si ésta quedaba en la repisa era sinónimo de que iban a poder moler el trigo sin problemas y de esta forma garantizar la elaboración del pan nuestro de cada día.
Con el tiempo, este proceder se popularizó en la redolada y eran muchos los que aquí acudían en busca de buenos augurios para sus peticiones.
Si algún día os acercáis por aquí, recordad, solo una piedra... y me cuentan que, con la piedra en la repisa, suelen cumplirse casi todos los deseos realizados de corazón...menos los que incluyen dinero de por medio.
Magia, mucha magia en la Piedra de los Deseos de Fraella, en los hechizantes Monegros.
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