Hoy, Día Mundial del Agua, con el río que nos lleva... en la desembocadura del río Martín en el Padre Ebro, en la magia de Escatrón, Aragón, a la tardada.
El agua de la vida, líquido esencial -pero muy escaso- para el desarrollo de las personas, los animales y la propia supervivencia de los ecosistemas.
Día -que tienen que ser todos- para poner en valor la importancia de la protección integral de los ríos, ibones - lagos y los acuíferos subterráneos.
Jornada para recordar la necesidad de preservar los nacimientos, fontanas y manantiales y el imprescindible control de los procesos humanos (destructivos y contaminantes) que alteran la calidad de este vital recurso hídrico.
Y sobre todo, siempre ocasión, para profundizar sobre la cultura de la eficiencia, ahorro del agua y el desarrollo sostenible.
Y no es mal sitio, sino todo lo contrario, este punto donde el río Martín, que nace en tierras turolenses, al oeste de la Sierra de Sant Just, en las Cuencas Mineras, entrega sus modestas aguas al Ebro, que pasa por ser el río más caudaloso de España pero que durante el verano llega a llevar únicamente menos de una décima parte de su aporte medio... lo cual da idea de la tremenda sequia que se sufre en el país, durante una parte del año.
Este punto de la desembocadura del río Martín en el Ebro, en Escatrón está prácticamente al lado de los olvidados almudines del antiquísimo Puerto Fluvial y el "Sulfuro", antigua fábrica de aceite.
El Ebro, era navegable desde época romana y medieval desde Zaragoza hasta la costa mediterránea.
A lo largo de los siglos el tráfico mercantil por el río Ebro fue y era muy intenso.
Por aquí se transportaba cereales de todo tipo, la importante sal de las minas de Remolinos, cueros, la lana y cueros y derivados de la Casa de Ganaderos de Zaragoza, como productos de primera necesidad, toda suerte de alimentatos, bajaban las almadías o navatas...
La madera bajaba desde Los Pirineos a través de los ríos Aragón, Gállego, Cinca... y se transportaba hasta Tortosa para fabricar barcos.
Incluso este paso era testigo de viajes reales como el que realizó Fernando el Católico que viajó junto a la Reina Isabel hasta Tortosa para celebrar Cortes.
Las aguas del Ebro eran surcadas por los llauds o barcazas grandes que tenían una capacidad de carga de unas 1.500 arrobas.
Sin embargo la navegación fluvial fue decreciendo con el paso de los siglos hasta el punto de que en el s.XIX prácticamente solo llegaba y trabajosamente hasta este lugar donde nos encontramos, justo enfrente del Monasterio Cisterciense de Rueda, que se encuentra al otro lado del río Ebro.
En plena época de estiaje aún son visibles restos en el cauce, de lo que fue el antiguo Puerto Fluvial de Escatrón.
El nacimiento y desarrollo del ferrocarril durante el s.XIX fue el punto final para la navegación fluvial que incluso se había atrevido con proyectos de algunos barcos de vapor.
El primer barco de estas características que llegó a Escatrón fue el que llamaron "Cinca" que llegó, ni más ni menos, que desde San Carlos de la Rápita.
El Martín, el Ebro, Escatrón... no, no son un punto geográfico cualquiera en el mapa... es un lugar con todavía mucha historia y mucha magia a descubrir o redescubrir, en la Comarca de la Ribera Baja del Ebro.
Un lugar para perderse y no perdérselo, donde entroncan senderos que llevan y traen recorridos de mil y una sensaciones naturales, históricas, culturales y arquitectónicas.
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