El nevero o pozo de hielo se encuentra en el interior de éste montículo de forma troncocónica, que tiene unos 35 metros de diámetro aproximadamente.
Está construido con sillares, sillarejo y mampostería de piedra de la zona.
Su bóveda tiene más de 5 metros de diámetro y su altura ronda casi los 7 metros desde su fondo que se encuentra empedrado.
Una magnífica estructura que permitía conservar el hielo del duro invierno -proveniente posiblemente de las balsas del pueblo...entre ellas, la Balsa del Pozo y la Balsa Buena-, incluso en los meses más calurosos del verano monegrino.
Y es que hasta bien entrado el s.XIX y el s.XX, por lo general, no existían las máquinas frigoríficas y el hielo era muy preciado, además de para conservar alimentos, para aliviar los estados febriles, como analgésico o simplemente para paliar quemaduras, reducir inflamaciones o cortar hemorragias.
Antes de introducir el hielo en el nevero se hacia en el fondo un aislante con ramas para procurar un buen desagüe del agua derretida y sobrante.
Parte del hielo se traía en capazos desde las balsas y se vertía por la parte superior...para a continuación, aplastarse bien y separar las diversas capas con paja y favorecer su mantenimiento y su posterior extracción cuando tocara y fuera necesario.
Toda una cultura popular que ahora el progreso ha hecho innecesaria, pero que, como aquí, en Candasnos, mediante la restauración de su Pozo de Hielo, bien merece que quede reflejo y constancia para las generaciones venideras.
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