Gentes de leyenda... familia segando, hace unas décadas...
Desde tiempos inmemoriales, siglo a siglo y hasta hace no muchas décadas era el verano el tiempo de la la siega, de la cosecha de la mies.
En los pueblos, algunas casas grandes podían permitirse contratar cuadrillas de segadores temporeros, que en algunos casos venían de bien lejos.
Pero los labradores modestos, que eran la mayoría, debían de servirse de la propia familia (lo mismo hombres que chicos, mujeres que mayores...) para segar el cereal.
Las madrugadas eran tremendas y casi sin lavar la cara se acudía a los campos.
Hay quien empezaba con una copa de cazalla o aguardiente, una pasta y una onza de chocolate.
Había todo un día largo y duro por delante.
La hoz o falz, bien preparada, la inseparable zoqueta de protección y los dediles.
Y así, hoz en una mano, zoqueta en la otra y encorvados todo el santo día, manojo a manojo, se trataba como buenamente podía uno, de ir cortando la paja con las espigas en el extremo y procurando dejar poco rastrojo.
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