La Ermita de Santa María de Salas fue levantada como santuario mariano en el sureste de la ciudad de Huesca, en las huertas de Almériz, a aproximadamente a 1 kilómetro.
Su primitiva fábrica, que data del siglo XIII, se debió al mecenazgo de doña Sancha, esposa de Alfonso II de Aragón, y pronto se convirtió en un importante foco de peregrinación.
De la construcción románica se conservan los muros perimetrales de sillar y la portada con un gran rosetón sobre ella.
En el siglo XVI se adosó un pórtico en su lado septentrional y se construyó sobre él una hospedería, actualmente desaparecida.
La portada principal se cobija bajo un cuerpo saliente, y abre bajo seis arquivoltas molduradas que apoyan en capiteles sin columnas.
Sobre ella, un enorme rosetón en derrame con molduras decoradas con puntas de diamante.
Todo el interior del templo fue redecorado en 1722 por José Sofí con yeserías de estilo barroco.
En la estancia del lado meridional de la cabecera se conservan restos de un nicho con decoración pintada de época gótica. Se encontraron en 1989. Representan a una figura central con aura, flanqueada por dos personajes, en el muro, mientras que en la bóveda aparecen dos santas.
El retablo mayor, del siglo XVIII, guarda en su hornacina central dos efigies medievales de la virgen: La Virgen de Salas, talla románica policromada de la Virgen con el Niño (procedente del pueblo de Salas Altas) y la Virgen de la Huerta, en pie, gótica del s.XIV y repujada de plata.
Durante siglos el Santuario de Salas fue considerado uno de los santuarios marianos más célebres y milagrosos.
Los prodigios atribuidos a la Virgen fueron narrados en las Cantigas de Santa María, obra atribuida a Alfonso X el Sabio.
Se sigue llevando a cabo la Romería del primer domingo de mayo, coincidiendo con el día de la Madre.
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