Los ancestrales trillos de pedernales arrastrados por los bueyes -y en otras ocasiones con abríos- inalterablemente durante siglos y siglos en el estío de nuestras tierras... justo hasta apenas unas pocas décadas.
No muchas, 6, 5 e incluso 4 en algunos puestos.
En un paisaje montañoso bien conocido y fotogénico no muy lejos del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, con las bordas y pajares dispuestos frente a las eras, se ven a las gentes y a los animales afanados en sus tareas.
Y los zagales sentados en la orilla de la era posterior disfrutando -y aprendiendo- apaciblemente de las diferentes labores.
Días duros de sudor, parba y tamo ... pero de los que dependían en gran medida la supervivencia familiar durante todo el año.
Todavía se conservan, afortunadamente, muchas de estas bordas e incluso alguna de ellas se ha rehabilitado con función turística.
Buerba... Sobrarbe... Pirineo Aragonés.
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