jueves, 24 de abril de 2025

Los Cañizos de la vida... en Ibdes.

 


 

 

Desde tiempos inmemoriales ha sido la magia de los maestros artesanos trabajando las cañas los que han hecho posible la existencia de uno de los elementos más sostenibles y entrañables de la arquitectura tradicional y popular...hoy en peligro de extinción.
Todo un arte el que desplegaba el cañicero.
Oficio duro con muchas manos y horas cortando cañas, dividiéndolas, tejiéndolas...
Saber, maña y mucha destreza para trabajar un material tan flexible como peligroso.
Y pocos materiales tan sencillos pero agradecidos y con tantos usos...
La humildad y la modestia al poder.
Cielos rasos, cubiertas, techumbres, chamineras, paredes, empalizados... en mil y una construcciones.
Parapetos, abrigos, cercados ...en campos y huertos.
Cañizos para jorear, secar y desecar frutos y frutas por doquier... higos, tomates, pimientos, cebollas, orejones, acerollas...
Carnes, embutidos y somarros "delicatessen" secados al sol en cañizos.
Cañizos en aquellos carros -que también han pasado a la historia- cuando se carriaba la mies o el fiemo.
Oda al cañizo...esa magia que si miramos alderredor todavía sigue muy presente en edificios que han formado y forman parte de nuestras vidas.
Los cañizos de la vida.
 
 
 
 

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