La salamanquesa (Tarentola mauritanica): el famoso dragón que en las noches de verano suele ser visto en las paredes exteriores y los techos bajos de los edificios, agazapado entre las sombras; un animal tan fascinante como beneficioso para el ser humano.
Si nos detenemos a observar su anatomía y su comportamiento, lejos de asustarnos quedaremos fascinados por la biología de este curioso reptil de vida nocturna. Con un tamaño de alrededor de 15 centímetros de cabeza a cola, su piel, rugosa, escamada, de color pardo grisáceo o gris ceniciento, le permite mimetizarse con la textura de las paredes y techos en las que establece su territorio.
Allí permanece durante la mayor parte del día, semioculta en cualquier moldura o saliente, hasta que cae la noche. Entonces acude sigilosamente hacia los límites de las sombras para detenerse, justo antes de que la luz delate su presencia, y quedarse durante largos minutos completamente inmóvil, aguardando el momento preciso para abalanzarse por sorpresa sobre sus presas: polillas, típulas, moscas y mosquitos, arañas, escarabajos, cucarachas… su menú lo componen los visitantes menos estimados de nuestros hogares.

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