La cardincha es uno de los más emblemáticos símbolos del Pirineo.
La carlina crece en los pastizales y desde tiempo inmemorial se ha colgado en las puertas de las casas, bordas y corrales. Es un elemento protector de culto solar que ahuyenta los malos espíritus de las moradas, de las gentes y de sus animales.
Espanta plagas en las cosechas, enfermedades en personas y bestias, desgracias y accidentes...todo lo que el ser humano siempre ha querido evitar.
Además, es un indicador del tiempo ya que cuando barrunta lluvias o tormenta, sus hojas se repliegan.
En los paseos por los montes y pueblos del Pirineo todavía sigue siendo fácil ver el también llamado "cardo de bruxas" y como la tradición continúa vigente.
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