La Catedral de Huesca se encuentra en lo más alto del cerro desde donde se extiende la ciudad.
Sustituyó a la Mezquita que edificaron los musulmanes en el mismo solar en que se levantó el templo romano de la ciudad antigua de Osca.
Fue el rey de Aragón Jaime I, "El Conquistador" quien en el año 1.273 ordenó construir la nueva Catedral en el mismo lugar de la Mezquita, aunque las obras no se iniciarían hasta 1.294.
Lo que más llama la atención de la Catedral, además de su torre, es su fascinante portada en la que están representados las figuras de once discípulos, ya que falta Judas Iscariote, que todo el mundo sabe que fue quien traicionó a Jesús a cambio de 30 monedas de plata.
Curiosamente, los discípulos están acompañados en la portada por las esculturas de San Juan Bautista y los dos patrones de Huesca: San Lorenzo y San Vicente.
En el tímpano encontramos la imagen de la Virgen con el Niño. No hay que olvidar que la Catedral está dedicada al culto de Santa María.
A la izquierda aparecen los reyes magos y a la derecha Cristo resucitado acompañado de María Magdalena.
Debajo vemos tres escudos: el de Aragón, el de Huesca en el medievo y el del obispo que construyó la portada.
Sobre el gablete de la portada luce un tejadoz datado, posiblemente, en el siglo XV, al igual que la techumbre del Salón del Tanto Monta.
También en ese mismo siglo se remata la fachada con pináculos y maneras a lo gótico flamígero.
Imprescindible la visita al interior, así como al Museo y la subida a la torre, desde la que se disfrutan las mejores vistas sobre la ciudad.
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