Van quedando atrás, inexorablemente, aquellos años en que los palomares constituyeron un importantísimo complemento a una economía de pura y mera subsistencia...
Los pichones (o sea, las crías de palomas...) llegaron a ser un gran complemento cárnico para la población, a la par, que la palomina (excrementos de las palomas) era un abono ideal para los huertos y tierras, ya que contiene una gran cantidad de nitrógeno y ácido fosfórico.
Hoy en día, en desuso la mayoría de los palomares, son una muestra de arquitectura tradicional y popular que merecería su preservación.
Este es uno de los palomares que aún se conservan en Aladrén, con la singularidad de que su parte baja también fue utilizada como abejar.
Todavía conserva la cubierta, con cañizos y teja árabe, que es fundamental para su propia supervivencia, así como íntegramente sus paredes que son de mampostería y adobas.
También se ven las típicas chapas metálicas que se colocaban en las esquinas y a nivel superior para impedir el acceso al palomar de pequeñas alimañas.
Una vieja puerta de madera y llena de remiendos de la vida da acceso al interior donde son visibles las cajas de colmenas y los nidales.
Lo dicho, una joyica -que esperemos dure muchos años- el Palomar del Tío Bolero de Aladrén...en la Comarca del Campo de Cariñena...Zaragoza.

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