lunes, 2 de junio de 2025

Palomar de tapial en Singra (Teruel)

 


 

 

Atrás y en los recovecos del tiempo y la memoria quedaron aquellos años en que los palomares con sus pichones constituyeron un importantísimo complemento alimenticio para muchas familias del medio rural en una economía de pura subsistencia.
Hoy en día, con la inmensa mayoría en desuso y muchas de ellas arruinadas, estas edificaciones son un fiel testigo de aquellas épocas de tener siempre poco o muy poco y un legado patrimonial, arquitectónico y cultural de nuestros ancestros.
Estos días, por aquí, estamos realizando un somero pero gratificante recorrido por los cuantiosos elementos significativos del patrimonio tradicional y popular que atesora Singra, sorprendente y fascinante pueblo de las Tierras del Jiloca.
Pero, sin lugar a dudas, si hay alguna construcción que confiere a Singra una personalidad propia, son los palomares.
Palomares en las eras, en los cabezos, en las hondonadas y hasta en las plazas y calles del mismo casco urbano... más de 10 he llegado a contar.
Este airoso y esbelto palomar con su mágico tapial y conservando prácticamente su fisonomía original es todo un tesoro y puede servir de representación de todos los demás.
Mantiene, además del tapial, la puerta de madera de entrada sobre planta baja de mampostería, los entrañables vanos de acceso para las palomas, la techumbre escalonada y la sencilla decoración de ladrillo en los remates que miran al cielo.
Sin lugar a dudas, una obra maestra de los nuestros... de los auténticos.
 
 
 
 

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