En los Montes de El Castellar, paisaje estepario, duro...pero de una belleza inusitada y subyugante...
No estamos en Siberia, Mongolia, Norteamérica, Andes, China... ni tampoco en desiertos lejanos...estamos en un paraíso tan cercano como solitario...
Es El Castellar, monte estepario al norte del río Ebro y a las mismísimas puertas de la ciudad de Zaragoza.
Y es "La Real", una de las minas de sal más antiguas de Remolinos.
La sal de Remolinos ya era explotada, al menos, desde época romana y fue en el medievo, por cuenta de los Reyes de la Corona de Aragón cuando se convirtió en una gran fuente de ingresos, bien como monopolio abastecedor a la ciudad de Zaragoza, bien como recargo mediante impuestos.
Se cuenta que a finales del s.XIX la Mina "La Real" pasó a depender de la compañía inglesia The Pure Salt Limited y que más tarde pasaría a denominarse Purasal.
Sería Purasal la que a principios del s.XX se pondría manos a la obra para hacer más productivo del proceso de extracción del mineral.
Uno de los principales problemas fue su transporte desde aquí, las minas, hasta las estaciones de tren que se encontraban al otro lado del río Ebro y desde donde era llevada a abastecer a los principales mercados.
Sobre el río no había puentes y su paso al otro lado se hacía mediante barcazas.
En 1901 se instaló un cable de transporte aéreo de más de 6 kilómetros de longitud desde "La Real" hasta la Estación de Pedrola, en la línea de Ferrocarril Zaragoza-Pamplona.
El cable se subdividía en dos tramos. El primero iba hasta las salinas cercanas al mismo pueblo de Remolinos y el segundo, cruzaba el río e iba hasta Pedrola.
"La Real" estuvo en activo hasta 1989 y aunque su interior permanece acondicionado, las edificiaciones se encuentran en proceso de ruina.
Acercarse hasta "La Real", antiguas minas de sal, por un sendero que parte desde el mismo Remolinos y que atraviesa barrancos, colinas y montes de yeso y de una belleza desgarradora supone "descubrir" un paisaje imcomprendido por muchos pero también amado, respetado y venerado por otros tantos.
La estepa es también un hermoso y valioso signo de identidad de Aragón.
No os lo perdáis.
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