O Ferrero y aprendiz, trabajando en la fragua.
Herrerro...trabajo artesanal que en muchas ocasiones pasaba de padres a hijos.
El ferrero debía de combinar la destreza y habilidad con la fuerza y aderezar ambos con el ingenio y a golpes de martillo y mediante el temple idóneo daba formas mágicas a las piezas que se forjaban en el fuego.
No había pueblo que no tuviera el suyo...o varios.
Con hierro y acero hacían prácticamente de todo...herramientas, herrajes, herraduras, utensilios de cocina, armas, esculturas, muebles, rejería, forjados, cruces, escaleras, puertas, balconadas...
Su figura era imprescindible en un mundo donde las caballerías formaban parte de la vida diaria, bien en las faenas agrícolas, bien como medio de transporte.
Su universo era el fuego, la forja, el yunque, las tenazas, los moldes, martillos, la fragua... y sus manos realizaban piezas únicas, en muchas ocasiones de gran belleza.
La llegada de los tractores y de las fábricas industriales...supuso el inicio del declive de los herreros.
En algunos pueblos aún se conservan las viejas ferrerías...y en ocasiones los familiares han conservado lugares de trabajo, elementos y herramientas que utilizaban sus antepasados para realizar su trabajo.
Hoy el día, son auténticos museos ...de un oficio que en algunos lugares todavía se resiste a desaparecer.
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