El yeso, característico de la comarca monegrina y los hornos, todavía frescos en la memoria de la gente más mayor de la zona.
Arduo y artesano trabajo que en aquellos años en ocasiones se compatibilizaba con otras faenas del campo.
Primero había que localizar y transportar el material yesífero al lugar elegido, al principio, a mano y por simples carretillos y con el tiempo, mediante caballerías.
Se construía el horno aprovechando algún hueco en la ladera y reforzando los laterales con muretes y acondicionando el interior con losas inclinadas para hacer puente. El frontal se hacía con losetas horizontales y la parte superior se colmaba con piedras pequeñas.
Luego, el acarreo de leña, que tenía que producir mucho calor y poca ceniza. Preferentemente, matas de ontina, sisallo, aliaga, romero...
La cocción del yeso solía durar entre 12 y 14 horas, estando pendiente de sacar la ceniza, reconducirlo para que el proceso fuera eficaz y tapándolo al final todo con tierra.
Y después de dejarlo enfriar unos 10 o 15 días los tormos de yesos cocido se deshacían, extendían y se rollaban mediante las ruedas de un bulquete tirado por mulas.
El yeso resultante, una vez cribado, era de una calidad extraordinaria y se utilizaba para el enlucido de paredes, suelos, tabiquerías, chimeneas, argamasa y refuerzos de mamposterías...
Farlete... Comarca de los Monegros... Zaragoza.
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