Con la magia del arte del barro... en una alfarería de Naval, Aragón, con certeza.
La tradición ceramista -unida a la salinera- es el alma y la esencia de Naval y sus gentes, en el Somontano de Barbastro.
La producción de cerámica en Naval se remonta a la antigüedad.
Se sabe que en 1.603 había 275 moriscos, que en buena parte se dedicaban al trabajo alfarero.
Eran la mayoría de los que vivían en el pueblo ya que el decreto de expulsión de 1.610 revela que por aquel tiempo vivían en Naval unas 460 personas.
En 1.849 Pascual Madoz ya comenta que en Naval existían numerosas fábricas de vajilla de fuego y que en Zaragoza se pagaban mucho mejor que otras por su extraordinaria calidad.
La Ollería es la alfarería o cerámica "de fuego", o sea, son todas aquellas vasijas que se utilizan para cocinar directamente, además de las utilizadas para adobo o conservación de alimentos.
Hay también vasijas de mesa o de adorno doméstico.
En todos los casos se coincide en que las piezas se recubren, total o parcialmente, con un vidriado que puede ornamentarse a gusto del obrador o alfarero.
A lo largo de la historia han sido los arrieros, toda una institución típica de Naval, quienes acercaban la mercancia a la montaña, el somontano e incluso, como ya hemos comentado, a la Ribera del Ebro.
En 1.940 había en Naval 14 obradores y 22 alfareros.
En las décadas de los años 60-70, llamadas del "desarrollismo" -en las que se primaba que la gente abandonara sus pueblos para surtir de mano de obra a las fábricas de las ciudades privilegiadas por la dictadura franquista- Naval perdió el 44% de sus habitantes, pasando de 584 a 387.
Como consecuencia de ello, las alfarerías desaparecen casi por completo.
Actualmente Naval cuenta con unos 263 habitantes censados.
En los últimos años se reabren dos antiguos obradores y se reanuda la producción.
En el año 2.002 se recuperó un taller alfarero para dedicarlo una parte a Museo y otra a Centro de Interpretación de la Alfafería de Naval.
Se conserva el obrador, las balsas de decantación del barro y el horno árabe, de donde salieron piezas tan típicas como la "pichela", curiosa jarra para medir y servir vino.
Naval, a los pies de la Sierra de Arbe, camino natural de comunicación, hasta no hace muchos años, entre el llano y la montaña, en el Somontano de Barbastro, Alto Aragón.
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