La ermita-cueva se encuentra en la base de una enorme mole que cuesta recorrer con la vista, en un paraje solitario y de extremada belleza donde existió un pueblo medieval, Isarre.
De raíces hispano-visigodas, se mantuvo como lugar de peregrinación hasta los primeros años del s.XX. Posteriormente, refugio en la guerra civil y después como paridera.
Sus antiguos moradores si buscaban un lugar para estar a solas del mundo no pudieron encontrar otro mejor.
Esta sensación se acrecienta si, como nos ocurrió a nosotros, la llegada a la cueva-santuario se hace acompañados de lluvia y truenos alrededor.
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