En un paraje de ensueño, con la magia de la Ermita de Santa Elena de Biescas.
"Donde la araña tejió, Santa Elena se escondió"...
Cuenta la historia, cuenta la leyenda que la Emperatriz Elena de Constantinopla, hoy Santa de la Tierra de Biescas y de toda la Bal de Tena, vino a parar a estas hechizantes montañas de Los Pirineos huyendo de los romanos por su condición de cristiana.
Los romanos temían de la influencia que podía ejercer sobre su hijo, el Emperador Constantino I y que éste renunciase a sus dioses.
En su huida cruzó las cumbres de los Pirineos y se topó con unos labradores que le indicaron que se refugiara en una cueva situada algo más arriba.
Mientras dormía, una araña tejió una impresionante tela que cubrió toda la entrada de la gruta.
Cuando los romanos llegaron a ella pensaron que hacía tiempo que nadie entraba allí por lo que siguieron su camino y Elena pudo salvarse.
Se cuenta que en la misma cueva donde descansó Elena brotó "La Gloriosa", una milagrosa cascada de agua que sació su sed.
Fue en este mismo lugar donde el rey de Aragón, Jaime I, llamado "El Conquistador" mandó edificar en 1221 una ermita, dentro de la cual se haya la cueva en la que se escondió Santa Elena.
Es la misma historia, es la misma leyenda la que cuenta que al final, el Emperador Constantino se convirtió al cristianismo por influencia de su madre, Santa Elena, siendo de este modo el primer emperador cristiano del Imperio Romano.
Santa Elena es venerada hoy en día, por las iglesias católica, ortodoxa y luterana.
Y hasta este magnético lugar, uno de los más importantes de la religiosidad popular del Alto Gállego, llegan tres romerías a lo largo del año, que permiten visitar la cueva... para Pentecostés, San Antonio y Santa Elena.
La Ermita de Santa Elena de Biescas, uno de los enclaves más bellos y emblemáticos de Los Pirineos, en el Alto Aragón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario