De cuando las caballerías hacían turno para abrevar...
En muchos lugares era preciso sacar manualmente el agua de los pozos con los pozales para, posteriormente, verterla en las pilas de piedra para que las caballerías pudieran beber, después de una dura jornada de trabajo.
Hubo un tiempo, del cual tampoco hacen tantas décadas, en que la depedencia de las familias, de los abríos, para el desarrollo de las faenas agrícolas y prácticamente de cualquier actividad, era total.
Eran los animales de casa y se les cuidaba con gran devoción.
Un accidente o la enfermedad de un abrío en aquellos años representaba un gran quebranto para el día a día en épocas que, no lo olvidemos, eran de mera subsistencia.
De tal modo que en previsión de ello, no eran pocos los que, guardaban algo del jornal debajo del colchón, para poder hacer frente a la muerte imprevista de un animal y poder sustituirlo a la mayor brevedad.
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