El esparto, que en muchas zonas de Aragón recibe el nombre de Albardín, es una planta propia de sistemas esteparios y de suelos yesosos, tan abundantes en nuestra tierra.
A pesar de su aparente fragilidad y sencillez es un tesoro ecológico ya que con su presencia protege los terrenos de la erosión.
Las propiedades de esta fibra vegetal han sido conocidas desde tiempo inmemorial ya que en necrópolis prehistóricas se han encontrado junto a los huesos, objetos domésticos elaborados a partir de ella: sogas, sandalias, cinturones...
Y desde siempre y gracias a su alta resistencia, flexibilidad y perdurabilidad ha sido de una gran importancia en el mundo rural.
Con el albardín se ataban las fajinas y gavillas de cereal, se confeccionaban fenzejos, cuerdas, capazos, serones, sacos, talegas, alpargatas, bozales para las caballerías...
El declive del mundo rural y la llegada de productos industriales, fundamentalmente plástico, supuso el comienzo del fin de los siempre hermosos trabajos de esparto, aunque todavía hay artesanos que le siguen dando vida con objetos de carácter más decorativo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario