Con el espectacular mural de arte urbano que da la bienvenida a los visitantes en la misma entrada del pueblo.
Tres generaciones en una mesa que aúna tradición con modernidad. Desde el canasto de mimbre hasta la tablet.
El nombre de Albelda procede del árabe al-balda (البلدة), que significa "la villa".
De orígenes ilergetes, tuvo una fortificación islámica de la que apenas quedan vestigios. En el año 1.593, Felipe II ordenó su demolición por ser, dicen, refugio frecuente de bandidos.
Albelda fue lugar de señorío de los Urgell hasta el siglo XIII, bajo el reinado del rey de Aragón Jaime I, llamado "El Conquistador".
Albelda se encuentra en tierras de transición, en los límites de la tierra llana de la Depresión del Ebro y las primeras montañas que enfilan hacia los Pirineos.
Estas alineaciones forman pintorescas formaciones rocosas de arenisca y paisajes con vistosas y características colinas de yesos y vaguadas denominadas Chesses (gesses).
Hasta que a principios del s.XX no llegaron las aguas del Canal de Aragón y Cataluña, Albelda aún dependía prácticamente los los aljibes que pacientemente construyeron en la misma roca los árabes.
Hoy en día, esos mismos aljibes (aljubs) junto con los silos (síes) constituyen uno de los grandes atractivos turísticos de la localidad.
Albelda, actualmente en buenas tierras de regadío, es excelente productor de cereales, frutas, olivo, forrajes y cuenta con bastantes granjas de ganado.
En su polígono industrial se ven empresas principalmente de procesado cárnico.
También hay Residencia de Mayores, situada junto a un cuidado parque.
Son famosas sus Fiestas de la Siega y la Trilla (Sega i la Trilla) y del Tocino (Tossino), esta última declarada Fiesta de Interés Turístico de Aragón.
Albelda, a mitades del s.XX llegó a contar con casi 1.500 habitantes de los que, a día de hoy, conserva aproximadamente la mitad.
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