“Distante a 1 ½ legua hacia el E., entre montes escabrosos (se encuentra) un convento de Carmelitas Descalzos, llamado comúnmente el Desierto, situado en la falda de la Sierra de La Ginebrosa, entre los ríos Guadalope y Mezquín; ocupa un sitio muy ameno y pintoresco, es un edificio que forma un perfecto cuadrado, grande y suntuoso, todo de piedra de cantería, a cuyo lado septentrional hay una plaza de 26 varas cuadradas; su iglesia, de una sola nave o crucero, tenía 8 altares, de los cuales se han trasladado 3 a la villa (Calanda) y se halla cerrada desde la extinción de los conventos, cerca de éste hay algunos corrales para ganados y caballerías y un huerto poblado de árboles frutales, y regado por las aguas de la fuente de Sta. Quiteria, que brota en las inmediaciones del mismo, el cual está en un barranco que forman las aguas de otras dos fuentes nacientes a ¼ de hora de distancia, y, que unidas, fertilizan y se consumen en un trozo de 3 ó 4 cahizadas de tierra, que eran propiedad del expresado convento”
De éste modo describía Madoz en su famoso Diccionario Geográfico Estadístico Histórico, en 1.846, el Convento del Desierto de Calanda, pocos años después de su abandono definitivo.
A día de hoy, en el 2.024, camino de 200 años después, el Convento del Desierto de Calanda sigue conservando intacta mucha de aquella magia y suntuosidad.
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