Viaje fascinante a las mágicas y románticas ruinas del Convento Mercedario del Pilar en el Pirineo Aragonés.
En un bucólico rincón del Pirineo Aragonés, a orillas del río Aragón Subordán y entre los pequeños pueblos de Javierregay y Embún todavía resisten , practicamente engullidas por el tiempo y la naturaleza, las viejas y mágicas piedras del que fue monumental Convento de Nuestra Señora del Pilar, edificado a finales del s.XVII.
Cuenta la tradición, cuenta la leyenda... que un tal Martín Climent, rico hidalgo aragonés de Embún, poseía en la pequeña capilla de la Pardina de su propiedad llamada de "Guessa" (antiguo despoblado medieval) un viejo cuadro de la Virgen del Pilar.
Con objeto de que fuera admirado por todo el mundo quiso llevarlo a la Iglesia de su pueblo pero se encontró de modo inesperado con la oposición del párroco, su propia familia y muchos de sus paisanos.
Entonces decidió construir hacia 1.698 una nueva Ermita mucho más grande para alojar el cuadro, al mismo tiempo que dejaba escrito en su testamento la donación de la pintura a los P.P. Mercedarios.
Estos fundaron un Convento, el Convento del Pilar, ampliando la Ermita.
Durante prácticamente 100 años la vida de los monjes del Convento fue tranquila y se encargaban, fundamentalmente, de formar a religiosos que realizaban misiones por el Obispado de Jaca.
Sería el 26 de agosto de 1.809, dentro de la llamada Guerra de la Independencia cuando los invasores napoleónicos se encontraron con el Convento convertido en un fortín defendido por más de 350 guerrilleros aragoneses de toda la redolada.
Durante el combate con los franceses el Convento fue incendiado y saqueado pero sería nuevamente re-acondicionado permitiendo que la comunidad de monjes continuara con su labor durante 20 años más.
En 1.820 cumpliendo con el Decreto de exclaustración de los Conventos los 12 monjes que lo habitaban tuvieron que abandonarlo y fueron repartidos por la diócesis.
En 1.835, los retablos fueron puestos a salvo trasladándolos hasta la Iglesia de Echo, donde actualmente continúan estando y tanto el Convento como las tierras pasaron a manos privadas cuando salieron a subasta.
A partir de este momento comenzaría el declive y posterior abandono y ruina del Convento del Pilar.
Durante muchos años sus paredes aún sirvieron de refugio a peregrinos del Camino de Santiago y a los pastores y sus ganados que subían o bajaban de los pastos de montaña.
Hoy en día, sus paredes están volviendo a formar parte de la propia naturaleza aunque aún se muestra enhiesta y orgullosa la torre-campanario y se conservan parte de sus muros y la portada con inscripción de año 1.704.
De aquí a la eternidad... sus ruinas son visibles en la otra orilla del río Aragón Subordán, durante el tránsito por carretera desde Javierregay a Embún, en la Comarca de la Jacetania, en el Pirineo Aragonés.
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