Viaje fascinante... a la enriscada y románica Ermita de San Román de Castro en La Puebla de Castro, Aragón.
Allá arriba, tocando el cielo y sobre lo alto del risco que marca el inicio del Congosto de Olvena -pacientemente labrado en la eternidad por el río Ésera- se encuentra, junto a los restos del castillo, la Ermita de San Román de Castro.
La Ermita fue reedificada en el s.XIII sobre un templo anterior que ya fue iglesia del poblado medieval de Castro.
A la entrada y sobre la portada se conserva reutilizado el primitivo y sencillo crismón.
El templo se encuentra sobre los acantilados que caen al Pantano de Barasona, también llamado de Joaquín Costa y domina un extenso territorio de esta parte de Ribagorza, con privilegiadas vistas infinitas hacia las montañas del Alto Pirineo.
Hasta aquí se llega andando desde el mismo pueblo de La Puebla de Castro en poco menos de 1 hora y es aconsejable hacerlo contactando previamente con los guías voluntarios del pueblo para con ellos poder disfrutar de los mil y un hechizos que guarda la Ermita en su interior.
De otra forma, la encontraremos seguramente cerrada.
A pesar de su solitaria y enriscada situación la Ermita no es el pequeño y humilde templo que estamos acostumbrados a ver de un despoblado medieval.
El templo es grandioso y fue levantado con grandiosidad.
Estamos en unas tierras que en aquellos siglos debieron de ser de gran importancia.
Un detalle que así lo atestigua es que la documentación prueba que la reedificación o mejora de la Ermita de Castro fue ordenada por Fernán Sánchez, "hijo bastardo" o "hijo bravo" del rey de Aragón, Jaime I, llamado "El Conquistador".
Precisamente el escudo de armas de los Castro está representado de forma repetitiva en el famoso Alfarje mudéjar de la Ermita.
Nada más entrar al interior ya se advierte de su magnificencia en la construcción, con un majestuoso cilindro absidal con cinco arcos y un coro de un excepcional alfarje mudéjar datado en torno al año 1.400.
En el ábside se reutilizaron de la iglesia anterior varios capiteles, alguno de ellos muy curioso, como el que parece representar a un personaje intentando abrir la boca a un león con dos cuerpos pero con cabeza medio humana.
La duplicidad de los cuerpos en los capiteles románico es frecuente para ahorrar motivos escultóricos viéndolos desde diferentes ángulos.
Cada uno puede interpretar libremente su propia simbología ya que ni los más expertos se aventuran con una unánime y convincente.
El alfarje es una obra mudéjar de aparente ejecución popular y arcaizante pero con un gran efecto ornamental.
Es para pasar un buen rato advirtiendo sobre sus innumerables detalles y representaciones ya que ocupa casi 9 metros, que es la anchura de la nave del templo y una longitud de casi 5 metros.
Todo ello profusamente decorado.
Aquí, muestro dos detalles.
En una ménsula aparece , en contraposición a figuras de carácter más agresivo, la cara dulce y sonriente de una mujer con rosetas en las mejillas, que me ha recordado, en alguno de sus rasgos, al famoso "Cristo de Ruesta".
Entre los ya nombrados escudos de armas de los Castro aparece la tabica conocida como "El Pereza de Castro" que representa un hombre con la pierna derecha bien levantada y cogida con las manos entre dos árboles.
Esta tabica fue sido felizmente recuperada ya que es una de las dos que robó (en los años en que las confiadas gentes de los pueblos dejaban incluso sus puertas de casa abiertas) el ladrón y expoliador René Alphonse van den Berghe, conocido como "Erik el Belga".
Murió en el año 2.020 y la segunda tabica que robó todavía se encuentra en paradero desconocido.
La Ermita de San Román de Castro es un lugar mágico, fascinante e imprescindible, a la que hay que volver de vez en cuando ya que siempre se descubren y disfrutan nuevos detalles.
La Puebla de Castro... Comarca de Ribagorza ... Alto Aragón.
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