Pasajes del alma... en Ruesta, Camino de Santiago, Pirineo Aragonés... Feliz día, amigos !!
Con la emblemática y entrañable "Casa Valentín", única casa tradicional -hoy, Albergue de Peregrinos- que se salvó de interminables años de expolios, saqueos y ruina, tras el obligado abandono del pueblo por sus gentes, expropiado a mitades del siglo pasado para la construcción del Pantano de Yesa.
Y es por ese mágico empedrado por donde durante siglos y siglos han transitado infinidad de peregrinos camino de Santiago.
El agua del pantano a finales de los años 50 arrasó la fértil vega de Ruesta en el río Aragón, sus habitantes tuvieron que abandonar forzosamente y en aquellos oscuros años de la dictadura sus tierras y sus casas pero todo el pueblo se mantuvo a salvo del fango por estar a mayor cota que la inundación.
Actualmente ese mismo pueblo que llegó a contar con alrededor de un millar de pobladores y merced a décadas y décadas de olvido y abandono no es más que un amasijo de ruinas configurado por los esqueletos de las antiguas edificaciones.
Agua para la vida, agua para la muerte.
Y sacrificios de unos para el bien común de todos en ese bla, bla, bla cansino de los bien conformados.
Ruesta, desgraciadamente no tuvo la suerte que si tuvieron otros pueblos, también cedidos a diversos sindicatos con los años por la propiedad, la CHE (Confederación Hidrográfica del Ebro) y que fueron reconstruidos como Morillo de Tou, Ligüerre de Cinca... hoy en día, preciadas instalaciones turísticas.
Ruesta, vencida y en el ocaso de sus malos años, tuvo que conformarse con la rehabilitación de "Casa Valentín" y "Casa Alifonso" como albergue, la construcción de la Casa de Cultura "Ramón Acín" y poco más... bueno, sí, innumerables promesas y planes, muchos planes, de reconstrucción y el acompañamiento interminable de ver como lo que fue un pueblo catalogado como Histórico-Artístico se desmoronaba y se sumía en la más absoluta ruina.
Su Castillo-Fortaleza -que por eso de los intrincados laberintos burocráticos y de nobleza obliga, quedó en manos privadas, tela marinera...- aguanta porque los árabes lo construyeron con piedras para la eternidad.
Solo por eso, que no que le quepa duda alguna a nadie.
Su iglesia renacentista hace tiempo que fue sentenciada por todos los dioses, los buenos, los malos y los regulares, con su más cruel abandono.
Los hombres, algunos hombres, aún tuvieron tiempo de salvarla pero ese no era su cielo ni su conquista.
Y aún así, hay quienes aún esbozan sonrisas de triunfo porque ha habido dos consolidaciones de muros de casas por donde discurre brevemente el Camino de Santiago, por lo que queda de pueblo.
Tal vez tengan razón y pueda considerarse todo un triunfo que un pueblo condenado a morir todavía tenga hilos de vida gracias a las gentes de un sindicato que mantiene el Albergue de Peregrinos abierto a capa y espada.
Otros pueblos como Esco y Tiermas, que también sufrieron las consecuencias del pantano, no tienen ni eso.
Pasan los años por ese mágico empedrado y por la Casa Valentín de Ruesta, pero apenas cambian los modos y los tiempos.
Por debajo del Castillo y de las ruinas de las casas de Ruesta ya casi están terminando de talar infinidad de árboles de todo tipo y condición -grandiosos, también- que marcan la nueva cota que dicen que alcanzarán en su día las aguas del Recrecimiento del Pantano de Yesa con su monstruosa presa ya casi terminada en otra jugada maestra del más torticero, risible e inexorable futuro.
La vida es así.
Ruesta...magia, siempre mucha magia para la eternidad... en las Altas Cinco Villas, en los confines donde dicen que la razón roza la sinrazón, la paz y la gloria... Zaragoza.
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