En un tranquilo, florido y hermoso rincón tradicional de Sinués, Pirineo Aragonés.
"Sinués está situado en una colina. Su clima es muy sano.
Tiene 17 casas; la consistorial y cárcel, en que está la escuela.
Iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, servida por un cura de segundo ascenso y provisión real y ordinaria.
Ermita de San Miguel, a las afueras, y buenas aguas potables.
El terreno es montuoso en su mayor parte.
Produce granos, algunas legumbres y pastos.
Cría ganados y caza de varios animales.
Tiene una población de 15 vecinos y 117 almas".
De este modo conoció el amigo Pascual Madoz (o alguno de sus fieles emisarios) el pueblo de Sinués a mitades del siglo XIX, plasmándolo en su famoso Diccionario Geográfico Estadístico Histórico 1845-1850 y de igual modo, lo hemos contado nosotros por aquí, con agrado, para amigos y seguidores.
Actualmente hay censados en Sinués una cincuentena de personas.
El nombre de esta pequeña localidad del sosegado y no muy conocido Valle de Aísa, ya aparece documentado hacia el ya lejano año 1.030, en el Cartulario del Monasterio de San Juan de la Peña.
Es aquí donde se menciona la donación, realizada por Sancho III El Mayor del cercano -y desaparecido- Monasterio de San Salvador de Puyó y sus villas a San Juan de la Peña.
En el Monasterio de San Salvador de Puyó, cerca del pueblo de Sinués, es donde se formaron académicamente grandes reyes de Aragón, como Alfonso I, "El Batallador".
El siglo XIII se caracterizó por los continuos enfrentamientos entre las gentes de esta parte de la Jacetania, concluyendo con la cesión del Valle de Aísa por parte del rey de Aragón Pedro III (hijo de Jaime I "El Conquistador" y de su segunda esposa Violante de Hungría) al influyente noble Pedro Cornel en 1276 y a Rodrigo Jiménez de Luna en 1289.
En 1295, el rey de Aragón, Jaime II, llamado "El Justo", recuperó el lugar.
Fue en 1428 cuando los pueblos del valle, Aísa, Esposa y Sinués formaron la primera unidad jurídica del Valle de Aísa.
En el fogaje que Fernando el Católico ordenó en 1495 daba a Sinués 28 fuegos.
En 1536 se llevó a cabo una sentencia arbitral mediante la cual se establecen los derechos y deberes de los habitantes del valle.
Ya en el siglo XVIII se dispusó una interesante y avanzada organización municipal que garantizaba una calidad de vida digna para los habitantes del valle, ofreciendo unos servicios mínimos de abastecimiento, asistencia médica y de seguridad.
Sería durante la dictadura y en la larga y eterna posguerra derivada de la incivil guerra española de 1936 cuando aquí y en tantos otros lugares, el valle comenzó a sufrir un profundo problema de despoblación.
Actualmente el Valle de Aísa está considerado como uno de los valles más vírgenes del Pirineo.
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